miércoles, 25 de mayo de 2011

LA AVENTURA DE MIGRAR

 Correlimos común (Calidris alpina)
Este año apenas he tenido tiempo para presenciar uno de los más bellos espectáculos con que la Naturaleza nos regala cada año en este rincón del Cantábrico: La migración prenupcial de los Limícolas.
 En Colindres se veían pequeños bandos mixtos de Chorlito gris y Correlimos gordo con muchos de sus integrantes con el plumaje nupcial.
 Chorlito gris (Pluvialis squatarola)

Aguja colinegra (Limosa limosa)

 Chorlitejo grande (Charadrius hiaticula)

 La migración es uno de los aspectos más fascinantes de la biología de ciertas aves y los limícolas son buen ejemplo de ello. Durante estos impresionantes periplos es imprescindible recalar en lugares adecuados para "repostar" energía y uno de los más destacados en el norte peninsular se encuentra aquí, en las Marismas de Santoña.
 Además de alimentarse, es de vital importancia mantener el plumaje en perfectas condiciones y, durante las pleamares, cuando no pueden alimentarse entre los limos, dedican buena parte del tiempo a acicalarse y peinar cada una de sus plumas con esmero y delicadeza.
 Correlimos tridáctilo (Calidris alba)

 Correlimos tridáctilo (Calidris alba)

 La tercera "actividad" más importante para estas interesantísimas aves es el descanso, en el que tratarán de recuperar las necesarias fuerzas para llegar a sus destinos en latitudes más norteñas. Como se puede apreciar en la foto, para algunos ejemplares el descanso es relativo y permanecen con un ojo abierto, atentos a cualquier enemigo que no son pocos, que pueda aparecer de improviso y que hará que todo el bando se levante al unísono como si de un solo ser se tratara, volando en zig zag de forma desesperada.
 En el Regatón (Laredo) el 20-5, un nutrido bando de Correlimos tridáctilos descansaba entre las rocas durante la pleamar, luciendo muy variados plumajes.
 Correlimos tridáctilo (Calidris alba)

 Correlimos tridáctilo (Calidris alba)

No hay nada como conocer algo de la vida de estas pequeñas pero intrépidas avecillas, para apreciarlas y disfrutarlas más intensamente durante sus breves escalas entre nosotros y, admirar, uno de los tantos espectáculos que suceden en la Naturaleza a escasos metros de nuestras despistadas vidas urbanitas y que, muchas veces, nos pasan lamentablemente desapercibidos.
 ¡Ahí están! y son nuestros compañeros de viaje en esta singular aventura que es vivir.
¡¡Bon voyage!!  

3 comentarios:

  1. Magníficas fotos y bonito post, amigo Ernesto.

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  2. Es alucinante hasta qué punto se ha perdido el vínculo con la naturaleza. Renegamos estúpidamente de nuestro origen y nos proclamamos (con una ristra de derechos fantásticos pero ninguna obligación) como los únicos habitantes del planeta.
    Observando la naturaleza y disfrutando con ello, aprendemos a vivir y a no necesitar chuminadas que no nos aportan nada más allá que una efímera e ilusa satisfacción.
    Bravo Ernesto! Por seguir vinculado (o revincularte, que no lo sé).
    Un abrazo!!

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  3. Muchas gracias amigos. Hay veces que noto tan poca afinidad con otros humanos que pienso que debo pertenecer a otra especie.
    Me gustó una definición que alguien (no recuerdo quien) hizo de si mismo: "Soy un hombre complejo de gustos sencillos" y la verdad, me identifico bastante con ella (con mis limitaciones por supuesto) y procuro no adorar "becerros de oro" y disfrutar de la esencia de lo que somos; un eslabón importante (como todos) en el verdadero milagro de la Naturaleza que es la vida. ¡A vivir que son dos días! Saludos amigos
    Ernesto

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