lunes, 1 de agosto de 2011

LAS APARIENCIAS ENGAÑAN

 Golondrina común (Hirundo rustica) joven
Primeros desplazamientos de migrantes postnupciales, el 28-7 vi mi primera Curruca zarcera en Escalante. Hoy, estrenando el mes de Agosto, he visto otra zarcera y mi primer Martín pescador en Laredo.
 Lavandera blanca (Motacilla alba) juvenil
 Jilguero (Carduelis carduelis)
 Ratonero común (Buteo buteo)
La imagen de las Mantis religiosas nos suele parecer terrorífica, como de un ser diabólico que no puede depararnos nada bueno y que, por norma general, nos produce respeto si no miedo.
Todo lo contrario que los simpáticos Gorriones comunes, tan inofensivos y graciosos que te los llevarías a casa (nunca hagáis esto) sin dudarlo.
Sin embargo, si tuviésemos el tamaño de un ratón, quizás nuestra sensación debido a la nueva perspectiva fuese diferente...
 El combate era desigual, con dos contendientes de diferentes categorías...
 El Gorríón vapuleó a la Mantis -de hecho simplemente era su presa- y aunque el insecto trataba de defenderse, el pequeño paseriforme percutía con insistencia en las amenazantes patas de su enemigo, hasta que le dejó totalmente desmembrado. 
Como curiosidad; un Lagarto verde se acercó a 20 cm de la escena (lástima de foto) y, viendo al Gorrión en plan violento, decidió darse media vuelta.
La Mantis suplicando clemencia y el Gorrión a punto de ejecutar al infortunado insecto.
Mi hija Silvia, que tiene 3 añitos, estaba viendo la serie fotográfica de la escena y, según el gorrión iba destrozando a la Mantis, iba indignándose con el pajarito y me gritaba "¡¡que lo deje ya!!" así que tuve que improvisar un final tipo Disney en el que los dos protagonistas se hacían amiguitos, eran felices y comían... ¿verdurita rica?  

3 comentarios:

  1. Desde luego menudo iman tienes!!
    Que curioso lance!

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  2. Me da que el final idílico no cuela. Para fiarse de las apariencias inofensivas... Abrazos.

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  3. Ahora que no me ve Silvia puedo decirlo. El gorrión arrancó las alas y cada una de las patas de la Mantis y, tras golpearla repetidamente contra el asfalto, se llevó al insecto inerte a un lugar más tranquilo donde daría buena cuenta de esa delicatessen cántabra. Yo me quedo con sobaos y anchoas, que os voy a contar.
    Saludos

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