Una salida de campo, bajo la lluvia, con mi amigo César, que transcurrió por la comarca de Trasmiera. El título de esta entrada ha sido inspirado por César que siempre demuestra gran entusiasmo cuando de descubrir nuevas aves se trata, y fue la coletilla que repetía a lo largo de toda la mañana.
Ya lo había visto pero andaba detrás de él para retratarlo y mostrarlo en el blog... y ha sido al tercer intento cuando he tenido oportunidad de hacerle alguna foto lejana y con poca luz en Escalante, pero más que suficiente para colgarla en el blog.
Está siendo muy buen año para ciertas especies de paseriformes y, cómo no, también para los picogordos. Así que si vives en alguna zona de pastizales con arbustos o árboles frutales, observa con detenimiento porque es muy posible que puedas descubrir a esta maravillosa especie de pico espectacular. Ese picazo y esa cabezota tienen una potencia descomunal, dicen que incluso capaz de partir un hueso de aceituna.
Este otoño está siendo pródigo en pequeños paseriformes poco habituales otros años. A los numerosísimos lúganos de semanas anteriores sumo esta mañana un pequeño bando de zorzales reales en lo más alto de unos árboles de Escalante.
Uno de los limícolas más singulares de cuantos nos visitan en invierno es el correlimos oscuro que a su escaso número en nuestras costas se une la peculiaridad de que siempre está asociado a zonas rocosas o similares, como pueden ser nuestros puertos y sus bloques de hormigón.
Ayer, paseando con mi hijo Daniel, el pequeño me descubrió esta delicatessen.
Papá, papá, pásame los prismáticos que estoy viendo un bicho pequeño y muy oscuro me dijo Daniel. Efectivamente, estabamos ante un precioso y solitario correlimos oscuro.
Pues eso; que el rey de la marisma ya está aquí. He visto sendos ejemplares en Colindres y en Santoña... y los que vendrán.
Para muchos de nosotros la invernada comienza cuando aparecen los primeros colimbos en el estuario del Asón, probablemente su rincón preferido del Cantábrico.
A partir de aquí veremos con qué sorpresas nos regala la marisma este año.
Hace apenas una semana podíamos disfrutar de un tiempo más veraniego y seco de lo habitual que invitaba a pasear y disfrutar de la Naturaleza. Se agradece la lluvia que empapa nuestros secos campos en estos momentos aunque nos impida pajarear con comodidad pero este puede ser un buen momento para recordar con algo de nostalgia esos luminosos días tan cercanos.
Ayer (06/11/17) desde el observatorio de la Arenilla, en Santoña, en compañía de mi amigo Txusma disfruté por unos minutos de las evoluciones del siempre espectacular págalo parásito. Los págalos son como una especie de rapaces marinas que cuando se encuentran en sus zonas de cría en la norteña y fría tundra son cazadores de pequeños mamíferos como los legendarios lemings, o de pequeñas aves, pollos y huevos. Sin embargo, cuando aparecen por nuestras latitudes, durante sus pasos migratorios, su comportamiento muta y se transforman en auténticos piratas aéreos que prefieren robar pequeños peces a gaviotas y charranes a capturarlos ellos mismos. Esto, para cualquier observador que tenga la suerte de dar con alguno de ellos, siempre es motivo de regocijo ya que al hecho de observar un ave pelágica, rara en zonas costeras, se une el espectáculo de su cleptoparasitismoen acción, para desgracia de sus vecinos alados que no podrán descansar tranquilos mientras su incomodo vecino no decida volver a aguas más profundas.
Imágenes de un grupo de alcatraces a gran distancia desde el cabo de Ajo en las que se intuyen sus impresionantes picados a un banco de peces durante el maratón ornitológico del que disfrutamos el pasado sábado.
Este tipo de observaciones pasan desapercibidas para la mayoría de los mortales y solamente si te unes a un buen grupo de pajareros con muchas horas metidas desde los cabos acabas por descubrir, intuir, a muchas de las especialidades pelágicas que pueblan el mar Cantábrico. Págalos, pardelas, alcatraces, araos, frailecillos, gaviotas... y muchas migrantes terrestres que llegan agotadas a nuestras costas, entre los que destacaban por número bisbitas y alondras.
A pesar de que muy pocos disfrutamos de este tipo de espectáculos, no es menos cierto que su conservación es cosa de todos. La Naturaleza funciona muy sutilmente, mediante invisibles hilos que unen y relacionan de algún modo a todos sus elementos, incluidos los seres vivos. Todas las piezas tienen su importancia y encajan perfectamente con el resto de engranajes de la maquinaria total. Nuestra capacidad para transformar y manipular nuestro medio nos hace responsables de su deterioro y debemos tratar de mitigar estos cambios que afectan al conjunto de la Tierra... si es que queremos conservarla como la hemos recibido. Para ello no debemos fijarnos tanto en los grandes e irresponsables gobernantes que nos dirigen, que no son más que un reflejo de la sociedad en la que vivimos, sino en cada uno de nosotros. Deberíamos preocuparnos más en concienciar y educar al conjunto de la sociedad que a la postre, y en teoría, elegirá a los mandamases más adecuados para que todos podamos sobrevivir. Una ímproba misión para una civilización con tantos intereses creados y tan fácilmente manipulable.