Halcón peregrino (Falco peregrinus)
Hace apenas una semana, mientras paseaba por Colindres junto a la marisma, escuché a mi espalda el típico grito excitado de halcón peregrino. Me giré y enseguida lo localicé dirigiéndose a baja altura y veloz como estas aves acostumbran hacia mi persona, perseguido por otro halcón con muy malas intenciones. Llegando a mi altura, el fugitivo interpretó que la huida no podía continuar y disminuyó su velocidad elevándose ligeramente con las garras desplegadas para recibir a su acosador. El choque aéreo fue inevitable y los dos príncipes alados se engancharon por las garras cayendo en frenéticos giros, en mareante tiovivo, que parecía tenía que acabar con sus plumas en el suelo. Pero cuando se encontraban a escasos 2 metros de estamparse contra el prado, los contendientes se soltaron librándose milagrosamente del topetazo que yo presagiaba. La persecución continuó pero de manera mucho más sutil, marcando las distancias. Probablemente todo esta secuencia fuese desencadenada por la intromisión de un halcón en territorio del otro, en un momento de su biología especialmente delicada como es la reproducción. Ante toda esta maravillosa escena, que sucedió apenas a 15 metros de mí, no pude ni levantar la cámara extasiado como yo me hallaba ante tan extraordinarios fenómenos de la Naturaleza.