martes, 7 de noviembre de 2017

EL PIRATA RECALÓ EN SANTOÑA

 Págalo parásito (Stercorarius parasiticus)
Ayer (06/11/17) desde el observatorio de la Arenilla, en Santoña, en compañía de mi amigo Txusma disfruté por unos minutos de las evoluciones del siempre espectacular págalo parásito. Los págalos son como una especie de rapaces marinas que cuando se encuentran en sus zonas de cría en la norteña y fría tundra son cazadores de pequeños mamíferos como los legendarios lemings, o de pequeñas aves, pollos y huevos. Sin embargo, cuando aparecen por nuestras latitudes, durante sus pasos migratorios, su comportamiento muta y se transforman en auténticos piratas aéreos que prefieren robar pequeños peces a gaviotas y charranes a capturarlos ellos mismos. Esto, para cualquier observador que tenga la suerte de dar con alguno de ellos, siempre es motivo de regocijo ya que al hecho de observar un ave pelágica, rara en zonas costeras, se une el espectáculo de su cleptoparasitismo en acción, para desgracia de sus vecinos alados que no podrán descansar tranquilos mientras su incomodo vecino no decida volver a aguas más profundas.

 Págalo parásito (Stercorarius parasiticus)
En las Marismas de Santoña es habitual que cada año por estas fechas, entre septiembre y noviembre, se introduzca en el estuario algún págalo parásito, el más común de su familia en estas visitas a aguas costeras. La mayoría inverna al sur del Ecuador pero, unos pocos, lo hacen en aguas del Cantábrico por lo que nos pueden sorprender durante cualquiera de los fríos meses que nos vienen por delante.

Págalo parásito (Stercorarius parasiticus)
Impresionante su ligerísimo vuelo que hace parecer torpe a los increíbles charranes. Con gran elegancia y sorprendente velocidad persigue a su victima hasta hacerle soltar su presa o regurgitarla.
Tras esta lección de vuelo acrobático y mostrarnos una más de las maravillas de Naturaleza que tan a mano tenemos, el parásito se alejó hacia Montehano... a Cicero... hasta perderle de vista y siempre incomodando al resto de las aves que han elegido esta marisma como refugio.
Muchas veces se quedan unos días antes de abandonarnos así que no descarto volver a verlo.
¡Me encantaría!

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