jueves, 22 de septiembre de 2011

TÁCTICAS DEFENSIVAS

 Archibebe común (Tringa totanus)
Os muestro unas fotos de los últimos días en Colindres dedicadas a los limícolas.
 Avoceta común (Recurvirostra avosetta)

 Correlimos gordo (Calidris canutus)

 Chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus)

 Andarríos chico (Actitis hypoleucos)

 Correlimos común (Calidris alpina)

 Tienen tiempo para atusarse el plumaje...

 ...  y alimentarse de pequeños invertebrados.

 Correlimos zarapitín (Calidris ferruginea)

 Todos los días que me he acercado a Colindres he podido ver algún Correlimos zarapitín.

 Correlimos zarapitín (Calidris ferruginea)

 Cuando los limícolas localizan algún peligro y dependiendo de las circustancias, utilizan diferentes métodos para huir o pasar desapercibidos.
Cuando el enemigo no es demasiado importante -un ornitólogo por ejemplo- les basta con una corta y rápida carrera que les aleja a un lugar más tranquilo para seguir con sus quehaceres diarios.
 Correlimos tridáctilo- Chorlitejo grande- Correlimos común
Lo más habitual es que levanten vuelo e inicien una desesperada huída en zigzag que suele ser muy efectiva para la mayoría de las especies.
Algunos como el Chorlitejo patinegro, confían en su mimetismo y se aplastan contra la arena tratando de pasar desapercibidos.
 Correlimos zarapitín (Calidris ferruginea)
Lo que nunca había visto es la táctica del Correlimos zarapitín que, mientras un joven Halcón peregrino realizaba algunos picados sobre la marisma a cierta distancia, en lugar de iniciar un vuelo de huída sin sentido, decidió agacharse ocultando el pico bajo el agua lo que le daba un aspecto poco atractivo para la rapaz.
 Cuando el peligro se aleja, poco a poco se incorpora, y continúa alimentándose sin haber gastado energías inutilmente. 
Combatiente (Philomachus pugnax)
No siempre estas artimañas son suficientes y, en este caso un Combatiente, es víctima de su peligroso enemigo siendo inmortalizado de un solo "disparo", movido pero suficiente para la identificación.
Afortunadamente para el ave, pudo seguir con su vida cotidiana en Colindres, siempre atenta eso si, de los auténticos peligros que le amenazarán el resto de su dura y emocionante existencia.


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